HARRIS GLENN MILSTEAD, DIVINE. ACTRIZ FETICHE

Divine comenzó su carrera interpretando a una maníaca homicida y la terminó con el papel de una encantadora madre. Si eso no es actuar bien, ¿qué es? Especialmente considerando que sos un hombre.

John Waters

Otra anécdota, en otra Iglesia de Baltimore, muy parecida a aquella en la Waters imaginó su primera historia. El sacerdore reprende a un extravagante joven de nombre Harris Glenn Milstead que se empeña en leer los Evangelios en el púlpito luciendo un llamativo saco deportivo de color rojo furioso.
A ninguno de los sorprendidos fieles se le hubiera ocurrido entonces que ese muchacho voluminoso y excéntrico se convertiría, en pocos años, en Divine, reina indiscutida de la contracultura, una figura de culto, musa y actriz fetiche de John Waters.
Casi de la misma edad, ambos se habían conocido en las calles de Baltimore a mediados de los sesenta y, casi en seguida, Divine pasó a formar parte del grupo de secuaces de Waters que se transformarían en personajes de varios de sus films. Ya en su segundo corto, Roman Candles, de 1966, aparece Lady Divine y, desde entonces y hasta su muerte, ocurrida en Hollywood en 1989, fue la protagonista de casi todos los films de John Waters.
Pero fue con Pink Flamingos (1972) y su antológica escena en la que come caca verdadera de perro que Divine alcanzó una notoriedad vinculada con el exceso, la vulgaridad y los códigos más extremos de la cultura trash.
A partir de Polyester, estrenada a comienzos de los ochenta, comienza una nueva etapa en su carrera, en la que comienza a buscar nuevas formas de construir sus personajes, intentando demostrar que era realmente un buen actor y no sólo un travestido.
“Divine siempre adoró a Jayne Mansfield, y un poco se basó en ella para crear sus personajes”, confesó Waters en una entrevista. “Era un poco Jayne Mansfield y un poco Elizabeth Taylor. Era como una mezcla de cine clase B y revista Vogue.”
Lejos de la etiqueta de drag queen que alguna vez le colgaron, Divine nunca buscó aprovechar la confusión con una imagen femenina. “No queríamos que yo pareciese una mujer real, porque no lo soy. No puedo ni quiero serlo”, decía.
En todo caso, Divine representa el intento por recrear lo femenino. Intento siempre frustrado que es, por otra parte, un gesto esencial del camp: la sátira es divertida porque no hace ningún intento por imitar nada bien.
Si John Waters eligió a Divine como actriz fetiche (a la manera de Josef von Sternberg con Marlene Dietrich), fue porque representaba la idea de intersexualidad, donde le placer se encuentra precisamente en la unificación de los sexos. Esta exploración se aprecia claramente en la escena de la violación en Female Trouble, en la que Divine representa al mismo tiempo a Dawn, la mujer violada, y a Earl, el violador.
En 1985 Divine participó en el western trash Lust in the Dust (Al este del Oeste) de Paul Bartel y en el extraño film futurista El callejón de los sueños, de Alan Rudolph, interpretando un papel masculino: el poderoso gangster Hilly Blue, junto con Keith Carradine, Genevieve Bujold y Kris Kristofferson. .
En 1988 le llegó la consagración definitiva con Hairspray, otra vez de Waters, interpretando dos roles: uno masculino y otro femenino. El éxito fue tan definitivo que Divine se convirtió en una figura popular, grabó algunos éxitos dance y realizó performances en discotecas de todo Estados Unidos.
Su última actuación tuvo lugar ese mismo año, haciendo un breve papel en Out of the Dark, de Michael Schroeder, junto a Karen Black, el director Paul Bartel y el astro de la década del cincuenta, Tab Hunter, con quien ya había trabajado en Polyester.
Ese film, que Divine no alcanzó a ver, está dedicado a su memoria.