INTRODUCCION: ¿POR QUE JOHN WATERS?

Si bien es cierto que se trata de un artista de los llamados “de culto”, dueño desde hace tiempo de una cofradía de fans que cumplen religiosamente con las tareas que esto implica (coleccionar películas, libros, fotos, recortes, objetos varios, etcétera), sin embargo John Waters habita todavía ese limbo de los que aún son considerados “sospechosos”.
¿Es John Waters un verdadero artista?

¿Puede calficárselo de autor, dueño de un mundo propio, perseguidor de las mismas obsesiones?

¿De alguna manera su cine puede acercarnos pistas para entender un poco más nuestro mundo?

¿Continúa siendo en la actualidad ese cineasta provocador de los comienzos, que apareció promediando la decisiva década de los sesenta con un puñado de films que escandalizaban a sus vecinos de Baltimore primero y de muchos otros sitios después?

Este trabajo intenta responder algunas de estas cuestiones.

Con una aproximación a una época convulsionada, la de finales de los sesenta, cuando John Waters consiguió una cámara y salió a las calles de su Baltimore natal, y a la del cine que se hacía por aquellos años.

Con un análisis de la sensibilidad camp, una forma de entender el arte del cual, creemos, John Waters es un claro exponente.

Con una radiografía de John Waters que, a través de ciertos datos biográficos, muestra su recorrido vital y cómo éste se expresa a través de sus imágenes.

Con un análisis detallado de las particularidades estéticas y de las técnicas cinematográficas propias de su cine.

Con un apartado destinado especialmente a Divine (Harris Glenn Milstead), la inolvidable musa de John Waters, su actriz fetiche, una figura rutilante mil veces imitada y nunca igualada, que trascendió la obra del director para transformarse en una verdadera estrella de la contracultura.

Con el propio Waters expresándose a través de un conjunto de sentencias sobre temas aparentemente tan discímiles como el cine de Hollywood, la ironía, las cirugías estéticas que abundan en Los Angeles, el sexo, el cine independiente, la crítica, la fascinación por la violencia tan típicamente americana, la fama, y muchos más, todas ellas extraídas de entrevistas, conferencias y de textos autobiográficos del propio autor.

Y, en el último tramo, con un capítulo dedicado a reseñar todas sus películas.

En definitiva, este trabajo se propone echar una mirada sobre la obra de un artista controversial, muy posiblemente, a pesar suyo.

Un realizador paradigmático de una época en transformación, cuyo cine tal vez ya no moleste a la cultura establecida como lo hacía en los setenta, bendecido hoy como está tanto por la Industria (a la que retrató con una mezcla de ironía y adoración) como por la intelectualidad cinéfila (de la que se mofó y se sigue mofando).

Pero también, un director dueño de una mirada llena de humanidad, que es capaz de encontrar belleza hasta en un pedazo de mierda.