Calificada por el Japan Times como “película Disney para pervertidos”, Pecker es un homenaje a Baltimore y a las bondades de cualquier pueblo chico, frente al canibalismo y a la actitud snob de toda gran ciudad.
Pecker (Edward Furlong) lleva una vida tranquila haciendo hamburguesas para sus clientes en el bar en el que trabaja. Además de una hermana mayor barman en un local de striptease masculino, una hermana menor adicta al azúcar, padres comerciantes con mala fortuna, una abuela mística que se cree médium de la Virgen María y una novia lavandera con la que mantiene una relación precaria, Pecker tiene una verdadera pasión: la fotografía. Casi compulsivamente, dispara su cámara frente a todo lo que ve, para luego organizar pequeñas exposiciones para sus amigos en el bar. Pero su tranquila vida se verá alterada con la llegada de una representante de artistas que, de paso por el pueblo, descubre la obra de Pecker y pretende llevarla a Nueva York para exponerla en una galería.
Tal vez el más luminoso de toda su carrera, Pecker es un film de choque de culturas, que retrata la vida de un puñado de seres muy diferentes entre sí pero conviviendo en perfecta armonía.